Los buenos trabajadores necesitan incentivos para mantenerse fieles a una empresa. Hasta ahora, el incremento salarial o el ascenso profesional eran los principales recursos que se utilizaban para premiar la dedicación y labor de los empleados. Sin embargo, la situación económica de las compañías y los recortes de gastos que se han visto obligadas a introducir impide a la mayoría de firmas poder ofrecer el aumento de retribución como premio a sus mejores empleados.
Por eso, ha surgido una nueva fórmula para reconocer el buen trabajo que se basa en el tiempo como incentivo y moneda de cambio. Se rompe con la idea de que pasar más horas en el puesto de trabajo implica un incremento de la productividad. De hecho, una jornada laboral de 40 horas no resulta igual de productiva para todos los trabajadores y trabajadoras.
Son muchas las empresas que, ante la imposibilidad de reconocer económicamente a sus empleados más productivos, recurren a ofrecer días libres, vacaciones extraordinarias o mayor flexibilidad horaria.
Las fórmulas empleadas para ofrecer ese tiempo como incentivo al trabajador son diversas:
Con todas estas fórmulas que utilizan el tiempo como incentivo laboral, la empresa trata de corresponder al mayor esfuerzo y profesionalidad del trabajador al mismo tiempo que le implica más como miembro del equipo humano con el fin de conseguir una mayor integración y satisfacción personal que en todo caso y a la larga beneficiará a la organización empresarial.
En cuanto a los trabajadores, llega un momento que pueden preferir la compensación de su mayor esfuerzo y dedicación a la organización empresarial con un beneficio distinto al económico. Poder disponer de los incentivos que le corresponden y ser el mismo el responsable de su disfrute de la forma más conveniente a sus intereses puede hacer sentir al trabajador más unido a la empresa.
Por ello, con estos sistemas y otros que se puedan ir creando de compensación no monetaria se favorece entre la plantilla la satisfacción y reconocimiento, tanto a nivel personal como del grupo, del esfuerzo realizado. Al mismo tiempo, el trabajador siente que ha salido del anonimato al considerar que la empresa es conocedora de la labor realizada por cada uno de sus trabajadores y por ello procede a reconocerlo y premiarlo depositando en cada trabajador el suficiente nivel de confianza como para dejarle elegir la fórmula de su remuneración no salarial. Con todo ello se trata, tanto de fidelizar al trabajador con su empresa, como favorecer el orgullo por la pertenencia a la organización empresarial.
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