El Brexit se ha convertido en una realidad. Todas las conversaciones entre los 27 miembros de la Unión Europea se centran en qué tipo de acuerdo aceptará el Reino Unido tras su salida.
Después de 9 meses, el embajador británico ante la UE, Tim Barrow, ha entregado al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, la carta por la que Reino Unido solicita formalmente abandonar la Unión Europea.
El 29 de marzo de 2017 marca el inicio de un periodo histórico. El Reino Unido es el primer estado en 60 años que decide salir de la organización que ha permitido la creación de un mercado único, un espacio sin fronteras y una moneda propia.
Esta situación hace temer a Bruselas que la salida de Reino Unido será la primera pero no la última a causa del aumento del euroescepticismo en Francia, Italia, Holanda o Austria.
Para la primera ministra británica, Theresa May, el Brexit también amenaza con descomponer las relaciones dentro del Reino Unido. Escocia ha solicitado la celebración de un referéndum sobre su independencia, con la intención de permanecer en la UE. Y en Irlanda del Norte exigen un acuerdo con la Comisión Europea que garantice la convivencia con Irlanda, país que sigue en la zona euro.
Desde el inicio de puesta en marcha del Brexit, el primer objetivo de negociación han sido las condiciones de residencia y trabajo. Bruselas espera alcanzar un acuerdo de mutuo que permita a los ciudadanos de la UE residentes en Reino Unido y los ciudadanos británicos en la UE, mantener sus condiciones actuales.
El efecto más importante de esta situación es que tendrá un impacto significativo sobre la fortaleza de la integración europea en el futuro.
En este sector las consecuencias del Brexit ya se están percibiendo. La libra sufre una de sus mayores caídas desde hace 32 años y los mercados bursátiles se hundieron mientras el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra preparaban su inyección de liquidez para evitar el caos.
Actualmente, existe cuatro países europeos que son estados miembros de la Unión Europea: Islandia, Liechtenstein y Noruega, que son miembros de la AEE, y Suiza, que no lo es, pero que lo consigue negociando acuerdos bilaterales, que permiten tener un acceso al mercado Unido, o quedar bajo el marco de la OMC. Estas sería algunas de las opciones que tendría Reino Unido, una vez que solicite la aplicación del artículo 50 de los tratados.
El Informe de Política Economía “Las consecuencias del Brexit: una decisión impositiva” publicado por la OCDE dice lo siguiente:
La Unión Europea debe dar respuesta de unida para que no haya efecto contagio en el resto de países que la conforman. Sobre todo, en aquellos donde el populismo es potente.
El Reino Unido tendrá problemas internos que podría influir de nuevo en movimiento independentistas de otros países como España. La preocupación de Bruselas se extiende a los países del centro y este de Europa, especialmente a Hungría y Polonia.
Por su parte, Gibraltar podría comenzar a mirar con buenos ojos a España pues el Brexit les va a provocar un golpe económico que comenzará con la devolución de salarios. El Brexit puede convertirse en una oportunidad para una Unión Europea más integrada. El grupo de los 27 debe manejar esta situación con mano dura para evitar futuras fugas. La Unión Europea necesita un buen plan para mantener la atracción mundial y dejar de utilizar la palabra crisis.
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